ESCRÍBENOS
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Influencia subconsciente en la web: ¿somos dueños de nuestras decisiones?
Muchas veces creemos que la publicidad no nos afecta o que somos los dueños de todas nuestras decisiones, pero no siempre es así. Sí que se puede afirmar que hay personas que son más conscientes que otras a la hora de consumir: hacen una lista de sus necesidades, comparan precios y reflexionan sobre cada transacción que hacen. Pero incluso a estos ‘consumidores modelo’ les afecta el bombardeo de anuncios y tendencias.
La publicidad está en continua evolución y son muchas las formas en las que se presenta, desde la publicidad más tradicional en carteles o anuncios en medios de comunicación a ‘instagramers’ y ‘youtubers’. Además, la forma de transmitir los mensajes también evoluciona: se da más importancia a la imagen de marca, a las sensaciones o asociaciones vendiendo los productos y servicios como experiencias. Pero no todo vale, aunque en los servicios digitales es más complicado de regular.
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La publicidad subliminal es ilícita, al igual que la publicidad engañosa, según la ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de Publicidad. Pero cada vez afloran más casos de influencia subconsciente, como el de Cambridge Analytica y multitud de bulos o ‘fakes news’ que en ocasiones hacen las veces de publicidad para ciertos productos, como el caso de la crema del Lidl de tres euros.
The Spinner: servicio de publicidad subconsciente
La semana pasada podíamos leer el artículo del portal de noticias tecnológicas Microsiervos “The Spinner: el perturbador servicio de «publicidad subconsciente» que está prohibido en Europa y que nadie sabe si funciona o es puro timo”. Alvy, editor del blog, cuenta en el artículo, como la web de publicidad subconsciente, The Spinner, hace de la ‘influencia subconsciente’ un negocio, que, por cierto, también ilegal en nuestro país. Venden la posibilidad de introducir una idea en la mente de la persona que el contratante del servicio desee, incluso en su propia mente. Ideas como: dejar de fumar, conducir con cuidado o pedirle matrimonio a tu pareja. El catálogo es de lo más variopinto.
En otros artículos sobre el tema como “New Service Promises to Manipulate Your Wife Into Having Sex With You” de Rolling Stone se cuestionan si este servicio funciona o simplemente se trata de un timo y de la metodología sobre como se podrían comprobar sus resultados. Este ‘servicio’ ilegal y de cuestionable reputación, nos muestra un panorama futuro, como si de una serie de televisión distópica se tratase. Servicios o timos como estos hace que cada vez tengamos que ser más críticos con las decisiones que tomamos y estar alerta respecto a la información que consumimos.
Publicidad subconsciente: ¿se puede escapar de ella?
La publicidad subconsciente penetra en el cerebro a veces sin que la persona que la recibe sea consciente de ello. Esto sucede por ejemplo cuando hacemos scroll en webs o redes sociales sin prestar atención a la mayoría de los anuncios que vemos, pero los mensajes penetran más en nosotros de lo que pensamos.
Los anuncios despiertan el deseo de comprar un producto, de sentirte como sus protagonistas, incluso de comprar felicidad, sexo o deseo. Estamos rodeados de publicidad offline y digital que emiten diferentes estímulos que van directos a nuestro sistema límbico. Este es el mecanismo de nuestro cerebro que procesa los estímulos emocionales, permanentemente alerta, percibiendo estímulos y asignándoles diferentes significados. Funciona independientemente del grado de atención que preste el individuo.
Según el estudio de Robert George Heath, profesor de la Universidad de Bath (Inglaterra) y autor de una investigación sobre el tema, es imposible escapar a los efectos de la publicidad. Como explica María Palmero en “Cómo te manipulan con la publicidad: se meten en tu subconsciente sin que te enteres” para El Confidencial: “a veces no recuerdas las marcas, pero se crea una necesidades en ti, una sensación que puede aflorar en el momento que menos lo esperes. Por asociación de un sentimiento a un producto”.
En la actualidad, recibimos demasiados estímulos para procesarlos todos, pero tenemos que intentar identificarlos para tomar mejores decisiones. Aunque es tal el bombardeo que ¿es realmente posible frenar la influencia que ejercen sobre nosotros?
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